Mujeres en la televisión

Estamos acostumbrados a criticar los estereotipos de mujer que aparecen en las revistas de moda y las películas y, sin embargo, los personajes femeninos que aparecen en televisión son igual de influyentes a la hora de configurar nuestros esquemas mentales de cómo debe ser una mujer, física y psicológicamente. Y más aún con el auge que el formato está adquiriendo en los últimos años. Helen Hayes, Lucille Ball, Gertrude Berg, Betty White o Mary Tyler Moore son solo algunos de los nombres de las pioneras en el género, de aquellas que comenzaron a descubrirnos otros modelos de mujer. Triunfaron diciendo al mundo que existían mujeres fuertes, impulsivas, cariñosas, cabezotas, divertidas, equivocadas, controladoras, pizpiretas y, sobre todo, imperfectas. Mientras en el cine triunfaban las mujeres torturadas, o las perfectas esposas, en la pequeña pantalla Ball hacía las delicias de los estadounidenses con su retrato de una mujer ambiciosa pero ingenua, muy propensa a meterse en líos con sus ocurrencias.

Pero si hubo una mujer pionera en hacer pensar a los telespectadores, en hacerles plantearse si la vida era solo lo que veían en el cine, o lo que la publicidad les vendía, fue sin duda Mary Taylor Moore. Gracias a The Mary Tyler Moore Show (La chica de la tele en España), Moore habló de diferencias salariales, de homosexualidad, de divorcio, de adopción o de relaciones prematrimoniales. Y lo hacía encarnando a una mujer soltera que, tras romper su compromiso, se traslada a una gran ciudad. Era el final de la década de los setenta, y lo que hoy nos parece habitual en aquella época era todo un atrevimiento. Y, sobre todo, abrió las puertas para que las cruzaran muchas otras mujeres.

Una de ellas fue Ellen DeGeneres, que antes de convertirse en presentadora de los Óscar (papel en el que pasó bastante desapercibida en 2006 pero con el que arrasó en 2014), triunfó gracias a la comedia Ellen. Y a su valentía, cuando en abril de 1997 decidió salir del armario y sacar a su personaje al mismo tiempo. Un coraje que, como pasa siempre con los pioneros, no se vio refrendado por el apoyo de los medios de comunicación o por los estamentos televisivos de la época. Sin embargo, a través de los pocos papeles que consiguió durante unos años, DeGeneres se mantuvo fiel a sí misma y a sus principios, y poco a poco logró recuperar el cariño y el respeto que había disfrutado hasta entonces, convirtiéndose en un verdadero modelo a seguir.

Pero entre ambas ha habido muchas otras mujeres capaces de encarnar un tipo de mujer que no se parece en absoluto a esos ideales que ahora nos intentan meter por los ojos. Mujeres mayores, inconformistas, alejadas de la perfección física, malvadas con mil caras, sorprendentes e inteligentes. Barbara Babcock en su papel de Grace Gardner (Canción triste de Hill Street), Debbie Allen en Fama, Jane Wyman como la inolvidable Angela Channing, o incluso Cybill Shepherd en Luz de luna son algunos de los nombres que me vienen a la cabeza cuando pienso en las mujeres que en la pequeña pantalla me han enseñado que ser fiel a una misma es más importante que cumplir con lo que se espera de mí por el simple hecho de haber nacido mujer.

Y entre todas ellas destaca, muy por encima, la maravillosa Angela Lansbury y su retrato de una mujer mayor, pero terriblemente despierta en Se ha escrito un crimen. La serie, que se mantuvo en antena durante doce años, con 264 capítulos, estaba protagonizada por una mujer que tan pronto te hacía un pastel de calabaza como volvía locos a los más experimentados detectives resolviendo un crimen imposible. O demostrando al mundo que el amor era posible después de los sesenta años y teniendo el aspecto de la abuela que todos queríamos tener. Porque ser una ama de casa, viuda, en un pequeño pueblo de la costa estadounidense no significaba, ni mucho menos que la vida estuviera acabada para una. Jessica Fletcher supo reinventarse a sí misma convirtiéndose en una exitosa escritora de misterio, pero manteniendo esos principios de lealtad y generosidad que la convertían en la vecina ideal. Independiente, ingeniosa y divertida, el modelo de mujer encarnado por Angela Lansbury se aleja hasta límites insospechados de la mujer perfecta en su vida personal y profesional, impecable en su físico, devota de la familia y esclava del trabajo que, en muchos casos, se nos ofrece hoy. Romper moldes fue, sin duda, su gran aportación al papel de la mujer en la televisión, y un revisionado hoy nos demuestra que su aportación sigue siendo valida. Quizá por eso, la señora Fletcher sigue siendo uno de mis referentes.

Hoy en día el panorama televisivo es más amplio y más variado que nunca, y, sin embargo, los tipos de mujer que se muestran no se diferencian tanto los unos de los otros si se examinan de cerca. Existen excepciones, pero de esas hablaremos otro día.

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